Meta-emoción y ConSciencia
Sandra Marcela Calvachi Mora
Psicóloga, Esp. Desarrollo humano
Somos seres sintientes, emocionales, sensibles. Todo el tiempo estamos en una montaña rusa de emociones; desde que nos despertamos y el trancón nos hace enojar, pasando por la ansiedad, susto, temor que sentimos en la reunión con los empresarios, más sin embargo, nos acostamos alegres porque aquella cita que tanto anhelábamos se nos dio. Y es que cada quién, siente de acuerdo a las maneras en las que haya aprendido durante su historia de vida y a la capacidad que a lo largo de esta, haya podido desarrollar para identificarlas y autorregularlas.
Familiar y socialmente nos han tratado de “vender” la idea de que hay unas emociones buenas, plenas, ideales para cada momento de nuestra vida, tal y como es; la alegría, la esperanza, el amor, la gratitud, porqué es que para la gente e incluso para nosotros mismos es mejor vernos así; sonriendo, entusiasmados, esperanzados, positivos, porque es que no sabemos qué hacer cuando “llega el coco de las emociones negativas”, la tristeza, la culpa, el miedo, el asco, el enfado, ahí ya no sabemos cómo actuar, que pensar, como aconsejar, si hablar o por el contrario callar, si decir que entendemos o más bien ignorar y evadir. Pero, ¿Saben por qué pasa eso? Por qué no hemos aprendido que las emociones nos han ayudado a sobrevivir a través de la historia, que no son ni buenas ni malas, ni positivas ni negativas, y que por el contrario todas y cada una de ellas nos sirven para algo, cada una tiene una razón de existir.
Se imaginan donde perdiéramos a un familiar y no sintiéramos dolor, nostalgia, tristeza, ¿Cómo nos desahogaríamos, cómo nos daríamos cuenta con quién contamos y con quién no, cómo aprenderíamos a valorar lo que tenemos y apreciamos tanto? ¿Qué pasaría si vamos por un callejón desolado, oscuro, desamparado, abrumador y no sentimos miedo?, sencillamente no podríamos darnos cuenta de la capacidad que podemos llegar a tener para sobrevivir, para defendernos, escapar, salvar nuestra vida y seguramente la de las personas que amamos. ¿Qué pasaría sino sintiéramos o tuviéramos momentos de alegría?, ¿Dónde quedaría la sensación de bienestar, satisfacción, vigorosidad, libertad, trascendencia?, ¿Dónde quedarían las sonrisas, los abrazos, los momentos donde te sientes tan contento y pleno? Estas, son solo algunas ejemplificaciones de que lo primero que debemos tener claro es que las emociones nos sirven para algo, son funcionales, útiles, practicas. Nos sirven para mucho, para sobrevivir, para comunicarnos, para mantener relaciones personales, familiares, laborales, académicas, nos sirven para evitar el peligro, para tomar decisiones, para darnos cuenta de cuáles son nuestras redes de apoyo, y bueno, un sinfín más de cosas.
Siento que a las emociones metafóricamente tenemos que aprender abrazarlas, ¿Cómo así?, Pues sí, no solamente abrazarlas en el buen sentido de la palabra, sino también a amarlas, a saber que son parte de nosotros y que siempre van a estar ahí, son tan fieles y útiles que siempre, a donde quiera que vayamos, con quién quiera que estemos, ahí estarán, para darnos el mensaje de que estamos llenos de vida. Cuando abrazamos nuestras emociones, empezamos a entender varias cosas: Primero, que son momentáneas. Segundo, que tienen un inicio y de cada uno depende que tengan un final lo mas acertado o adecuado posible. Tercero, que no duran para siempre, porque en la vida pase lo que pase todo termina pasando. Cuarto, que podemos racionalizarlas y autorregularlas para que nuestra vida se mantenga en un punto de equilibrio y nuestra salud no solo mental, sino también física estén lo mejor posible.
Sin embargo, viene la gran pregunta, ¿Cómo logro hacer todo esto?
Tomando Consciencia, el eje central de nuestro método metacomunicador. No obstante, esto se escucha tan sencillo en el papel y se va complejizando en el día a día cuando nos enfrentamos a este río desbordado de emociones, que implican; sensaciones, pensamientos, acciones, que así sean complejas de sobrellevar, tampoco es que sea imposible. Pero ¿Que es tomar consciencia?, hay varias maneras para entender de qué se trata. Significa darnos cuenta en el aquí y en el ahora de que algo sucede, hacer una introspección de lo que me pasa, percibir la realidad en presente y reconocerme en ella, tener un conocimiento inmediato sobre mí mismo.
Pero, ¿porqué en ocasiones es dificultoso hacerlo? Usualmente la mayoría de los seres humanos vivimos en pasado o en futuro, ¿Cómo así?, pues si, vivimos pensando en lo que ya paso y definitivamente no podemos cambiar, así queramos y lo deseemos desde lo más profundo de nuestro ser, no lo podemos cambiar. O estamos en futuro, pensando todo el tiempo en lo que va a ser, a pasar, en lo qué hare, cómo lo hare, en dónde, cuándo, y allí ni siquiera tendremos la certeza de que todo eso que “maquinamos” vaya a ser una realidad. Viene lo más importante, usualmente nos olvidamos de vivir el presente, es decir, el aquí y el ahora, el darme cuenta para tomar acción, ¿Cómo así que acción? Claro que sí, la toma de consciencia implica que debemos actuar, intentar, hacer, porque a veces nos volvemos perezosos en la acción, es decir, somos conscientes de lo que sucede, pero no actuamos, y consciencia sin acción, definitivamente no va a funcionar.
Por eso luego de:
1) Entender que las emociones sirven para algo.
2) Tomar consciencia frente a ellas en el aquí y en el ahora
3) Viene el gran trabajo de tomar acción, es decir, de autorregular las emociones, a través de mecanismos, técnicas, ejercicios, actividades, espacios que nos permitan controlar el cuerpo, porque el “cuerpo habla”, nos avisa cuando pasa una cosa o la otra, cuando siento miedo, o alegría, cuando quiero llorar, o estoy temblando, o cuando el pánico al hablar me invade.
Este control fisiológico podemos hacerlo a través de la respiración consciente, ejercicios de despersonalización, ejercitando y educando nuestro lado racional, cognitivo, lógico, entre muchas otras formas que existen para el manejo de nuestra inteligencia emocional.
En “Metacomunicador” pretendemos que a la hora de comunicar, en el área que sea, las emociones no te jueguen una mala pasada, que no sean las causantes de un fracaso o una mala experiencia, al contrario que sean tus aliadas y que sea la mejor forma y más grande oportunidad de iniciar un proceso de auto reconocimiento y empoderamiento.
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